El espacio abierto exige orden y pulcri- tud. Las huellas de las pisadas son segu- ras si no se anda con tiento, ni se obser- van los peligros del solapamiento de las trayectorias. En tamaños tan reducidos como los monolocales la mínima tabica- ción ha de usarse más que para formar diedros, para encajar servicios y com- ponentes fijos. Fig.39. Neutelings. Anvers. Hay dos familias de soluciones a todo ello, las que centrifugan todo, incluido el encaje del mobiliario, y las que lo cen- tripetan. El trabajo con superficies de extensión reducida encuentran en el alzado (en la altura) su mejor aliado. La imagen del «hall» inglés puede ser una buena refe- rencia si se trata de proporcionar posi- ciones individuales dentro de un ámbito Fig.40. Zechner & Zechner, Europan, 1989. Esta especie de muros cabría definirlos como espesos unitario. y/o habitados / Zechner & Zechner, Europan, 1989. These type of walls could be defined as thick, dense, and/or inhabited. Fig.41. Duinker, van der Torre, Amsterdam, Holanda Fig.42. Guérin, Vulpian, Europan, 1989 Fig.45. Charlotte Perriand, «L’art d’habiter», 1950. 81001t